Había muchas ganas de verlos en Donosti. Por lo visto llevan muchos años intentándolo pero hasta ayer no lo consiguieron hacer realidad. Pink Tones, la banda que recrea la música de Pink Floyd, actuó ayer en el teatro Victoria Eugenia. Ellos rechazan la etiqueta de ‘banda tributo’. Ellos aseguran que son un grupo que interpreta a Pink Floyd. Sea como fuere, es inevitable compararlos con otras bandas similares como Brit Floyd, Australian Pink Floyd Show, u otros montajes com Symphonic of Pink Floyd. Descartando este último, ya que su propuesta es muy diferente, ayer venía a la mente las giras de Brit Floyd, que se pasean por aquí cada año. El montaje de la formación comandada por Damian Darlington es excepcional. En todos los detalles. En eso no hay discusión. Los Pink Tones, después de lo visto ayer, ofrecen un trabajo excelente. Pero sobre todo es una propuesta honesta. Porque, lejos de buscar la espectacularidad de los originales o algunas ‘copias’, se centran en ofrecer una revisión seria y, sobre todo, honesta, del vasto catálogo de los Pink Floyd. Y eso es ya, antes de entrar en detalles, de mérito.
La gira que pasó ayer por San Sebastián arrancó con la revisión de Animals, un disco muy interesante que apareció antes de The Wall y que incluye joyas como Pigs, con ese teclado al inicio, que te sumerge en un mundo hipnótico. Si en la introducción musical sonó con un toque demasiado rockero, Animals sonó muy bien, muy fiel al original, con un Álvaro Espinosa muy entonado. La banda, formada por cinco grandes músicos, se ve apoyada de forma ocasional por uno de los asistentes, que toca guitarras y teclado. Con dos coristas para apoyos vocales se completa el conjunto musical. Todo para llevar el complicado universo de Pink Floyd a una audiencia que protagonizó una buena entrada y que disfrutó y se entregó de forma rápida. En eso el concierto fue diferente a otros montajes.
Time sirvió para entrar en una fase del concierto donde se veía a los Pink Tones más relajados, más seguros de lo que se traían entre manos. El público lo captó y comenzó a disfrutar de verdad de un largo concierto que se fue convirtiendo en un auténtico ‘flipe’. Tras A Saucerful Of Secrets le tocó turno a otro hit, Money, que fue muy aplaudido por un ya entregado público. Tras temas hipnóticos como Eclipse, llegó, a mi parecer, uno de los momentos álgidos con una excelente interpretación de On The Turning Away. Uno de esos momentos en los que el poder de la música te recorre todo el cuerpo como una corriente eléctrica. Sonó la maravillosa (y poco interpretada) Echoes como fin del segundo tramo.
Espinosa aseguró entonces estar felices de tocar, por fin, en Donosti, y que tenían por allí a algunos familiares, ya que algunos componentes de la banda son donostiarras. Y entonces anunció que interpretarían, de forma íntegra, el álbum Wish You Were Here, volviendo loco al personal. Las partes 1 a 5 de la fantástica Shine On You Crazy Diamond sonó perfecta, abriendo la tercera parte del concierto, estrenando también, todo el montaje lumínico. Fue una gozada escuchar Welcome To The Machine, una especie de alegato anti-industrial de los años 70, recordando a la película Tiempos Modernos de Chaplin. Have A Cigar dio paso a otro momento emocionante, con la irrepetible Wish You Were Here, dando paso al cierre con las partes 6 a 9 de Shine On You Crazy Diamond que, en esta ocasión, no contó con imágenes de líderes políticos. Hubiera estado muy bien ver la vertiente española de esa crítica al mundo político que nos gobierna.
El primer bis se abrió con Don’t Leave Me Now, para alucinar con una versión muy buena de Another Brick In The Wall, incluyendo un final diferente que levantó al público de sus butacas. Goodbye Cruel World, con un ‘agur’ final, cerró bis de forma magistral. El segundo y definitivo bis se abrió con Run Like Hell, con ese arranque que ‘enciende’ al público. Y ayer lo hizo con gritos y algún mensaje a Espinosa. Si ya estábamos casi levitando, nos quedamos pegados a la butaca con Comfortably Numb, el tema con el mejor solo de guitarra de la historia y que Espinosa lo bordó, tomándose algunas libertades, muy logradas, al final.
El batería Toni Fernández habló entonces al público, asegurando que estaban encantados de, tras muchos años de intentos, poder actuar en un lugar como Donosti, y que volverían muy pronto. La honestidad de Pink Tones nos cautivó y nos atrapó. Si regresan, es seguro que llenarán el aforo del Victoria Eugenia o alguno superior. Los estamos esperando.