Neil Hannon es elegante, educado, con un fino humor inglés, todo un gentleman inglés. Su encanto personal lo plasma de forma absoluta en su música bajo el proyecto The Divine Comedy. El grupo, del que él es su miembro más estable, inició ayer en el Kursaal una gira muy especial donde celebra 30 años de trayectoria. Una trayectoria impecable que plasma y demuestra en su Best Of bajo el título de Charmed Life, que se traduce como «vida con encanto». Neil es un espíritu libre. Tiene el suficiente éxito como para vivir de lo suyo, pero no tanto como para sentir la presión de su discográfica. Así logra componer lo que realmente quiere y lo proyecta a su gusto. Y eso lo demuestra siempre en sus directos, ya sean en solitario como acompañado por banda. Lo hemos visto defendiéndose en solitario en el escenario playero del Jazzaldi o en un abarrotado Victoria Eugenia, para alucinar en un fabuloso concierto con banda en el Kutxa Kultur Festibala.
Hannon va por libre. Tanto, que ayer se permitió varios lujos con los que pocos se atreven. Siempre es un interesante ejercicio escuchar la música previa a un concierto. Un momento donde se intuyen muchas cosas, normalmente relacionadas con el grupo que va a tocar en breves momentos. Mientras esperábamos con impaciencia pudimos sorprendernos con sendos temas de María Dolores Pradera y La Bien Querida. ¿Cómo se quedan? Ojipláticos. Ya en pleno concierto, el bueno de Neil nos desveló que iban a ofrecer muchas canciones de lo mejor de su repertorio en orden alfabético. Una decisión tan original como arriesgada. Y les salió bien.
La formación de cantante más seis solventes músicos hizo aparición con algo de retraso mientras sonaba el South American Getaway de Burt Bacharach para arrancar con Absent Friends y At the Indie Disco. Como si nada. Dos pelotazos que hacían presagiar lo que allí se iba a organizar. Un recital pulcro, cuidado en el aspecto musical y escenográfico, elegante, trufado de canciones llenas de estribillos de lo más alucinantes y contagiosos. Ya les gustaría a muchos grupos de éxito tener el catálogo del norirlandés. Ante el micro el cantante con voz de barítono se defiende como pez en el agua. Incluso en los momentos en que su voz ya no llega, él lo solventa con trucos de lo más resultones. La banda que lo acompaña amortigua la calidad de sus canciones, muchas de ellas excelsas en capas sonoras, apoyándose en un guitarrista fantástico, una acordeón que hace las veces de otros muchos instrumentos, para terminar con un teclado y un bajo/contrabajo que cumplen su cometido a las mil maravillas. Si a eso le añadimos unos buenos coros el resultado es impecable.
El set, no sabemos si de forma intencionada o motivado por el orden alfabético, fluyó con altibajos, aunque siempre en la banda alta en cuanto a calidad se refiere, dejando muy buen sabor de boca en temas como Bad Ambassador, Best Mistakes con Neil a las maracas, la grandiosa con majestuosas voces The Certain Of Chance, la elegante Everybody Knows, I Like, la muy bonita Norman and Norma, la siempre especial Lady of a Certain Age, la delicada Songs of Love, la animada Generation Sex, o Something For The Weekend, con el público puesto en pie.
El concierto fue un continuo disfrute, muy seguramente motivado por el disco, un Best Of, que allí se estaba presentando.
Para los bises dejaron las preciosas To the Rescue y Charmed Life que Neil dedicó a los refugiados de Ucrania. Neil Hannon nos obsequió con dos horas de un concierto sobresaliente en el que sobrevolaron algo más de 25 temas. Podría haber disparado el doble y nos hubiera gustado lo mismo. Porque el chico elegante que permanece con un aspecto de lo más juvenil tiene en su haber gran cantidad de éxitos. Los tiene a puñados. Ayer lo demostró en un Kursaal que, inexplicablemente, vivió una entrada lejos del lleno. Los que sí estuvimos lo recordaremos como, muy probablemente, uno de los conciertos del año.