Oscuros fogonazos

Artículo escrito por Mikel Arzak
el 15 de febrero de 2023

Los neoyorkinos Interpol eligieron el Teatro Victoria Eugenia para iniciar una nueva gira por salas para presentar The Other Side Of Make-Believe, lanzado el año pasado. Así que el donostiarra se convirtió en una especie de ensayo general. Fuesen los nervios propios de la situación o cualquier otro motivo, la realidad fue que el concierto comenzó con media hora de retraso. Salvado este inconveniente, los de Banks ofrecieron un sólido concierto que impresionó a un público que abarrotó el aforo del lugar.

Interpol bebe de influencias de formaciones tan clásicas e imponentes como Joy Division, Television o The Chameleons. Ahí es nada. Post-punk revisitado a los ambientes propios de la Gran Manzana, con profusión de guitarra rítmica y armonizada, bajo staccato y ritmos pesados. Eso da como resultado temas oscuros, rozando lo tenebroso. Ellos lo saben y, ahora, muchos años después de vivir mejores momentos de éxito comercial, elevan la apuesta en un directo pulcro, oscuro, áspero, que te araña, te atrapa, y te arrastra a terrenos lúgubres. A esta sensación de oscuridad ayuda, en gran medida, un juego de luces trasero, incluidas tres grandes bolas de discoteca, que aportaron luminosidad oscura, pocas veces vista antes. Había momentos que los músicos eran auténticas siluetas en negro.

interpol victoria eugenia 1

Fotografía cortesía de Juan G. Andrés.

Para esta nueva etapa de su gira mantienen el grueso de sets ofrecidos en 2022, donde mezclan clásicos y novedades bien traídas al directo. Arrancan con Toni, inicio de su último trabajo. Enseguida viajan al pasado con temas como Evil, C’mere o Narc, de Antics, lanzado en 2004. La banda norteamericana vivió su particular auge en la primera década de los 2000, y el público agradece que recuperen aquellos tiempos. De su último disco ofrecen Fables, Into the Night, Passenger, Mr. Credit, y para de contar. Suenan bien, se consumen con facilidad, pero al personal le vuelven loco gemas como Pioneer to the Falls, Obstacle 1, My Desire, que no tocaban hace varios años, o la que nos dedicó muy especialmente su líder, Rest my Chemistry. Un Paul Banks que parecía la reencarnación del T800, de la saga Terminator.

Otras bandas que pueden manejarse en los mismos estilos se apoyan en teclados y programaciones. Interpol juega diferente. Musicalmente, se apoyan en su guitarrista Daniel Kessler, quien, en plan estrella absoluto, sobresale sobre el resto. Y el resto no lo hace nada mal, con un Brad Truax al bajo que entusiasma. Así que imaginen el nivel del flacucho, que con sus devaneos guitarreros parecía lanzar fogonazos desde la oscuridad.

Para el final dejaron temas como If You Really Love Nothing, Lights o la muy aplaudida Slow Hands. Para los bises dejaron Next Exit, un tema midtempo con un increscendo de esos que quitan el hipo. Se despidieron con No I in Threesome y Not Even Jail. Fueron despedidos entre fuertes aplausos. Dejaron muy buenas sensaciones. Se vio una banda muy bien engrasada. Y eso que acaban de comenzar nueva gira.

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