Paisajes de la frontera

Artículo escrito por Mikel Arzak
el 19 de octubre de 2023

Mientras disfrutaba del fantástico concierto que Calexico ofreció ayer en la sala Atabal de Biarritz, recordé los terribles momentos que están viviendo Israelíes y Palestinos desde hace varias semanas. Porque los de Tucson, imbuidos por las mezclas de gentes que se da en aquellas áridas tierras de Arizona, y pegados a la frontera con México, practican una mixtura de estilos que te llega a volar la cabeza, rompiéndote todos los esquemas mentales. Escuchándolos, con ese poder que solo ellos son capaces de transmitir, te trasladan a escenarios de la extensa frontera entre los dos países. Y todo ello con una sonrisa que te hace ver el futuro con optimismo.

Brian López, integrante de la banda, abrió la noche con un cuidado concierto, lleno de sensibilidad. Guitarra en ristre y encantado de actuar en la localidad costera, desgranó algunos temas de su nuevo EP Pretty Compass. Dedicó un tema a Margot Kidder, conocida actriz por protagonizar las películas originales de Superman y ser icono de luchas por asuntos sociales. Se fueron incorporando miembros de Calexico para acompañarlo, para despedirse, en solitario, con I Pray For Rain.

Calexico le da a todo. Naciendo de un Folk americano sureño, añaden todo tipo de estilos, como la cumbia, sones mexicanos, jazz, electrónica, indie… Y suenan fantástico. Es de esas formaciones que en directo agrandan su leyenda. En su concierto de Biarritz iniciaron con una intro de piano, sugerente, que recordó por momentos al Pimpf del 101 de Depeche Mode.

La banda despliega seis músicos sobre el escenario. Además de sus líderes Joey Burns y John Convertino, se les suman Brian López, Sergio Mendoza, Jacob Valenzuela y Martin Wenk. Los tres últimos, multiinstrumentistas de esos que quitan el hipo. En su actual gira celebran 20 años de Feast of Wire, disco que supuso un antes y un después en la trayectoria del grupo. Para celebrarlo, lo interpretan al completo.

La fotografía no pertenece a esta crónica.
Fotografía cortesía de Guillermo Mestre.

Arrancan con la adictiva Sunken Waltz, mostrando a las claras sus cartas. Los temas iban a sonar mucho mejor en directo que en el disco. Enseguida sobresalieron el Xilófono y las trompetas, magistralmente sopladas por Valenzuela y Wenk. Con el Xilófono recordaron a Tindersticks, aunque en un registro totalmente ajeno. Quattro, Black Heart, y Pepita sirvieron para ir caldeando el ambiente.

La primera sorpresa de la noche llegó con Not Even Stevie Nicks…, a la que metieron el estribillo de Love Will Tear Us Apart de Joy Division en todo su esplendor. Una gozada. Close Behind, Woven Birds, Attack el Robot! Attack!, Across the Wire y Dub Latina dieron paso a la festiva versión de Alone Again Or, original de los Love. En la cumbia Güero Canelo meten estrofas de Desaparecido, el hit de Manu Chao. Crumble y una estupenda versión de No Doze, con un intenso final y un fantástico Martin Wenk a la steel-guitar, cerró set principal. Feast of Wire había sido exprimido hasta el último compás.

Antes de cerrar de forma festiva el concierto, un dicharachero Joey Burns, de forma elegante, nos invitó a disfrutar de la música sin utilizar aparatos electrónicos. A abrirnos al despliegue sonoro que allí se estaba cociendo. Sin prejuicios. Solo disfrutando. Y bien que lo hicimos. Cerraron con diversos temas marcas de la casa, donde beben de innumerables influencias, como son Fortune Teller, Minas de Cobre, Inspiración, Flores y Tamales, y Corona.

Lo pasamos de miedo, disfrutando como nunca, viajando a paisajes fronterizos, donde las mezclas culturales se viven con naturalidad y nos demuestra la escasa utilidad que tiene poner puertas al campo.

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